Violencia infantil: ¿aprendizaje o herencia? La cuestión es una de esas preguntas del millón. Es posible que si preguntamos en un foro, las respuestas se repartan proporcionalmente.

La violencia en el ser humano se ha abordado en numerosas ocasiones desde una perspectiva en el que el mayor peso específico se ha decantado hacia el lado del aprendizaje intrafamiliar y social. Nuestros hijos irían integrando conductas violentas en su repertorio de respuestas conforme se ven expuestos a dichas conductas, tanto en vivo como a través de la televisión o nuevas tecnologías.

Sin embargo, estudios de última hornada aportan, cuando menos, matices nuevos que enriquecen la concepción y el afrontamiento del planteamiento.

 

¿Es la violencia un componente intrínseco de la esencia humana?

¿Es la violencia un componente intrínseco de la esencia humana? Dicho de otra forma: la violencia infantil es ¿aprendizaje o herencia?

Planteado el interrogante, busquemos respuesta. Los estudios en neurobiología avanzan para tratar de dar respuesta a esta cuestión. Así, apuntan a la interacción entre genética y factores ambientales como componentes esenciales. No obstante, dicen que no son suficientes en el desencadenamiento de conductas agresivas y antisociales.

Como punta del iceberg tenemos la investigación de Richard Tremblay, de la Universidad de Montreal (Canadá). Sus conclusiones señalan que el mayor índice de agresividad en los niños se presenta entre el primer y el cuarto año de edad. Tal conclusión choca con la creencia general que apuntaba a la adolescencia. Esto es, pues, antes de verse expuestos de forma masiva a los factores externos señalados anteriormente.

Tremblay encuentra que en los 17 meses de edad más de la mitad de las variaciones en las respuestas agresivas de los niños estaban directamente relacionadas con factores genéticos. A medida que los niños crecen, su cerebro madura y aprenden a controlar su comportamiento. Al mismo tiempo, la violencia desciende.

Si antes eran importantes, a la luz de estas investigaciones los años de preescolar adquieren un papel primordial en la consecución de futuros objetivos.

 

Violencia infantil: ¿Están las conductas agresivas determinadas genéticamente?

¿Quiere decir lo expuesto más arriba que las conductas agresivas en el ser humano vienen determinadas genéticamente? En absoluto, pues nuestra ecuación quedaría incompleta.

Aquí es donde entra en juego la epigenética, rama de la biología molecular que estudia alteraciones del ADN que sin influir en su secuencia, sí alteran la expresión de los genes. Buscamos factores que incidan de manera clara en que determinadas respuestas queden moduladas hacia uno u otro lado.

Algunos estudios muestran cómo crías de ratas que recibieron mayor atención y cuidado materno durante su primera semana de vida resultaban menos temerosas. Asimismo, mostraban respuestas más moderadas en el eje hipotálamo-pituitario-suprarrenal, que regula la respuesta al estrés.

Estos resultados constatan la importancia de la epigenética para modular la expresión génica en función de unos factores ambientales.

 

Violencia infantil: ¿aprendizaje o herencia?

Parece que seguimos llevando las riendas de nuestra propia vida. Esa es la conclusión a la que podemos llegar. De esta manera, quizás nos quedemos todos mucho más tranquilos.

Los estudios vienen a confirmar que seguimos al margen de cualquier absoluto determinismo. Da igual si genético o ambiental. Por tanto, es clave el papel activo del individuo en la formación de la personalidad y de su comportamiento.

Puede decirse a viva voz que se acabaron las excusas ante comportamientos inadecuados -si se me permite la expresión- del tipo: «es que mi padre era igual», «eso viene de familia», «yo soy así y eso no se puede cambiar».  Siempre es un alivio, ¿verdad?

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Por último, vamos a dejarte un vídeo donde el juez de Menores Emilio Calatayud aborda la educación del menor. El concepto de «término medio», algo que dice falta mucho en España, está en el centro de su discurso. ¿Qué piensas tú?

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