La ira y sus mitos. La ira es una reacción fisiológica, concretamente, de irritación, furia o cólera causada por la indignación y el enojo de sentir vulnerado nuestros derechos.
Algunos autores la describen como una respuesta emocional primaria. Ésta se presenta cuando una persona se ve bloqueada ante la consecución de una meta o en la satisfacción de una necesidad.
Por tanto, hablamos de una emoción. Y como toda emoción, la ira está determinada por pensamientos negativos que aparecen antes.
El responsable de la emoción no es la situación en sí, sino los pensamientos que se tienen con respecto a ella. Los sentimientos pueden variar desde una simple irritación hasta la furia.
No todas las personas agresivas lo son realmente en su interior. La conducta agresiva y desafiante es muchas veces una defensa. Una defensa por sentirse excesivamente vulnerables a los “ataques” de los demás. También puede responder a una falta de habilidades para afrontar situaciones tensas.
La ira y sus mitos
Al hablar de la ira, identificamos cuatro mitos, que presentamos a continuación:
Mito 1. La ira es hereditaria
¿Es la ira hereditaria? La evidencia proveniente de investigaciones realizadas indica que las personas no nacen con maneras fijas y específicas de expresar la ira.
Más bien, lo que los estudios muestran es que, su expresión es una conducta aprendida. De esta manera, otras maneras más apropiadas de expresarla también pueden ser aprendidas.
Mito 2. La ira conduce automáticamente a la agresión
¿Conduce la ira a la agresión? Existen otras maneras más constructivas y asertivas para expresar la ira. Su manejo eficaz implica controlar la intensificación del enojo mediante el aprendizaje de habilidades relacionadas a la asertividad. También hay que abordar la modificación de la conversación negativa y hostil de nuestro lenguaje interno.
Asimismo, no hay que obviar el cuestionamiento de las propias creencias irracionales y la utilización de una variedad de estrategias de conductas. Estas habilidades, técnicas y estrategias son las que se trabajan en terapia.
Mito 3. Tenemos que ser agresivos para conseguir lo que queremos
¿Ser agresivos implicar conseguir lo que se quiere? La meta de la agresión es dominar, intimidar, dañar o lesionar a otra persona. Es querer ganar cueste lo que cueste.
Por el contrario, la meta de la asertividad es expresar los sentimientos de enojo de un modo respetuoso hacia otras personas. Expresarse de manera asertiva conlleva a no echar la culpa o amenazar al otro individuo y reduce al mínimo la oportunidad de causar daño emocional.
Mito 4. Siempre es deseable expresar la ira
¿Es deseable expresar la ira siempre? Durante muchos años, la creencia popular era que la expresión agresiva de la ira, como gritar o pegarle a la almohada, era terapéutica y saludable.
Los estudios de investigación han encontrado, sin embargo, que las personas que expresan su enojo de manera agresiva simplemente llegan a ser mejores en su función de sentirse enojadas. En otras palabras, expresar el enojo de una manera agresiva refuerza la conducta agresiva.
La ira y sus mitos: 9 claves para ayudar a su control
Clave 1: Localiza una tarea o conducta para anularla
- Enfurecerse tiene que ver con dudar de uno mismo o sentirse amenazado por algo o alguien. En una situación de provocación, en lugar de interpretarla como una amenaza o afrenta personal, trata de centrarte en qué tarea o conducta puede ser más eficaz para anularla o solucionarla.
Clave 2: Aprende respuestas no agresivas
- Si hemos aprendido habilidades para responder a las provocaciones de forma distinta a la agresiva, es menos probable que nos sintamos airados.
Clave 3: Identifica las respuestas fisiológicas
- Identifica las señales de que empiezas a enfurecer. En especial las respuestas fisiológicas. Identificarlas con rapidez y controlar la activación fisiológica es una estrategia muy útil para controlar la ira.
Clave 4: Aplica estrategias de afrontamiento no agresivas
- Utiliza las señales de que empieza a enfurecerse como una clave o señal para utilizar estrategias de afrontamiento no agresivas.
Clave 5: No enfurecer ayuda a encontrar la forma de controlarla
- Si la situación parece escaparse de las manos, recuerda que es mejor no enfurecerse para ver con más claridad la forma de controlarla.
Clave 6: Anota situaciones y plantea actuaciones
- Haz un listado con las situaciones en las que es más probable que se enfurezca. Prepara una o varias formas específicas de actuación para afrontar estas situaciones de forma más eficaz y adecuada.
Clave 7: Estrategia para controlar conductas
- Elabora un listado con las conductas que más frecuentemente aparecen cuando estás bajo la ira. Haz una estrategia (o varias) para controlar cada una de esas conductas.
Clave 8: Frases para relativizar situaciones
- Prepara algunas frases para restar importancia o relativizar las interpretaciones negativas de los sucesos.
Clave 9: Juego de roles
- En aquellos casos en los que te sea más difícil controlarte, dedica un tiempo de entrenamiento adicional en forma de ‘juego de roles’. Reconstruye la situación y con la ayuda de un familiar reproduce sus comportamientos. Estudialos y ve los que debes cambiar y cómo. Alternativamente puedes tratar de imaginarte la situación desde el punto de vista propio y de la otra persona o personas implicadas.
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